El sermón en el Santo Cristo: “No es cristiano ser católico y estar a favor del aborto”
En la misa se hizo hincapié en el fortalecimiento de la fe y se rechazó la “soberbia” de quienes “hacen alardes de su humildad”. No faltaron los aplausos espontáneos de la feligresía que acreditaron la contundencia del fuerte mensaje en el final de las celebraciones en Villa de la Quebrada.
La palabra del sacerdote que encabezó la lectura del Evangelio, Ignacio Daminato, estuvo atravesada por atisbos de satisfacción de los fieles, que en distintos momentos valorizaron sus enseñanzas con aplausos, algo que es atípico en la celebración de la misa.
El eje central de los consejos que brindó, puntualizaron sobre la preponderancia de la fe y en ese sentido, todas las cosas que pueden deformarla.
“Hay que hacer un examen de conciencia. La Sagrada Escritura advierte que hay una fe que no sirve, que es muerta, ¿de qué nos sirve tenerla, si no posee obras?”, señaló al público.
En ese sentido remarcó que “no alcanza” con el hecho de creer y para graficarlo explicó que “los demonios también creen”. Por ello, la clave es dar testimonio de fe con obras.
De este modo indicó que para esta condición de creencia no basta con una aceptación intelectual de las ideas teológicas, sino que precisa “voluntad, conversión y el deseo de hacer lo que Dios manda”.
“Jesús nos advierte: No todo el que me diga Señor entrará al reino de los cielos, sino aquel que cumple la voluntad del Padre”, añadió citando un pasaje bíblico.
Por otro lado, insistió que tampoco es suficiente mantener una fe con confianza, ya que también es importante “el contenido”.
“No vale decir que se confía en Dios si eso no nos moviliza a aceptar su palabra”, aseguró.
La reflexión en torno al aborto
En un contexto en el que distintos países abrieron el debate sobre la legalización del aborto, y donde Argentina vivenció un pronunciamiento a “favor de la vida” en la Cámara de Senadores de la Nación, no faltó la reflexión local.
La palabra de Daminato, que representó el ideario de la Iglesia, fue contundente.
“Hay muchos católicos herejes. Es fuerte lo que dije, sí. Algunos dicen que son católicos a su manera, pero se debe creer en la manera de Jesús, no existe una ‘fe a mi manera’, se cree o no, hay que ser honesto (…) cuidado con el que dice ‘soy católico a mi manera’ o ‘soy católico y estoy a favor del aborto’; no. Eso no es católico, no es cristiano”, sentenció.
Inmediatamente los aplausos de los fieles avalaron la reflexión, que buscó promover la vida religiosa en el marco de lo que “Dios ha establecido”.
La efusión se volvió a replicar en otro instante de su locución, cuando habló sobre la “enemiga de la fe”.
“La enemiga de la fe es la soberbia, el orgullo, y todos tenemos bastante de eso, incluso quienes hacen alardes de ser humildes, espantosa soberbia dentro de esos corazones”, sostuvo.
La fe que salva
Daminato expresó que la fe que salva “es un tesoro que hay que cuidar” y que tiene muchos enemigos. Uno de ellos es el relativismo, que se aplica no solo en los estratos intelectuales sino en la construcción de la espiritualidad.
“Hay gente que dice ‘en algo hay que creer’ y en realidad se trata de creer en alguien con mayúsculas, no ninguneemos a Dios que nos ha redimido con su hijo (…) pensar que Dios es una idea, una energía o un ente, no salva. Eso no es Dios”, definió.
En este momento aconsejó a los jóvenes que “tengan cuidado de quienes hacen creer que para ser inteligentes hay que renunciar a la fe”.
“La ciencia es el preámbulo de la fe, no hay contradicción entre fe y razón, y el que es creyente es extremadamente sabio”, indicó.
Cerca del final instó a no tener una “fe curera”, haciendo referencia a quienes dejan de ir a la Iglesia por rencores con el sacerdote o rechazo a la “hipocresía” de los fieles.
“En la Iglesia siempre hay lugar para un (hipócrita) más. La Iglesia es pecadora; santa porque Cristo la santifica, pero pecadora porque todos nosotros empezando por quien les habla, somos pecadores”, dijo.
El peligro de pecar contra la fe
Al concluir su mensaje, remarcó que hay que evitar dañar la fe dado que se puede “ofender a Dios” con pecados que la deforman. Así mencionó “las faltas” más comunes para los fieles católicos, como las supersticiones, las “falsas espiritualidades” y la práctica de reiki, yoga o la metafísica.
Dirigiéndose a las autoridades políticas, eclesiásticas y el pueblo, pidió que se intensifique una fe íntegra, auténtica y viva.
“Vamos a pedir al Señor la gracia de tener una fe fundada en Cristo, en su palabra, su iglesia, una fe personal, que se viva con obras de amor, que sea fuerte, consciente (…) la fe es un don que Dios nos da para compartir con los demás”, concluyó.